29.8.16

Meditación del árbol


Una de las meditaciones guiadas más bellas y populares que conozco es la que hoy os traigo. Conocida como la Meditación del Árbol, esta meditación favorece la búsqueda de nuestro equilibrio interno a través de un proceso de unión y entendimiento con la diversidad de la naturaleza. La esencia de esta meditación está en hacerte consciente y partícipe de la gran belleza, la vitalidad y la fuerza que guarda en sí misma la Madre Tierra. Además, se trata de una meditación muy fácil de ambientar.

Como casi todas las meditaciones, ésta también es un acto de visualización que te sumerge en un estado de conciencia plena que te aportará bienestar interior y exterior.


Realizarla de pie y descalzo si fuera posible, y además al aire libre, en contacto con la hierba fresca y la tierra de un parque por ejemplo, intensificará tu experiencia con sensacionesvibraciones positivas, y te aportará un increíble sentimiento de comunión con la Madre Naturaleza.

Los puntos que describo a continuación son sólo unas pautas susceptibles de ser modificadas por la imaginación de cada uno. Puedes recrearte y detenerte el tiempo que necesites en el apartado que más te atraiga. Tómate tu tiempo y disfrútala.

Meditación del árbol:

Colócate en una posición adecuada, preferiblemente de pie, con las piernas ligeramente abiertas para guardar mejor el equilibrio y con la columna recta, juntando escápulas. Deja caer los brazos, dirigiendo tus palmas de las manos hacia el frente.

Céntrate en tu respiración y empieza realizando tres respiraciones profundas y completas, inhalando y exhalando desde tu estómago. Ve calmando tu cuerpo.

Ahora, poco a poco, vas a ir escuchando los suaves sonidos de la naturaleza a tu alrededor.

Visualiza en tu mente un precioso árbol grande, robusto, majestuoso, sano... completamente lleno de vida en un magnífico escenario natural.

Observa sus formas... huele su fragancia... y percibe su textura.

Ahora, siente como tus pies se van hundiendo en la tierra, como si fueran las raíces de ese árbol y dan estabilidad al tronco. Estás enraizado firmemente.

Siente como el resto de tu cuerpo se vuelve fuerte y robusto como el tronco... y cómo éste crece hacia un cielo soleado, limpio y luminoso.

Nota poco después como tus raíces encuentran un riachuelo subterráneo de agua clara, transparente y pura... recréate en él, y siente como ese agua se lleva tus miedos y temores, tus frustraciones y tus desalientos y cómo te liberas de todo eso.

Eleva tus brazos y tus manos lentamente... y observa como se transforman en ramas vigorosas y fuertes. Hojas verdes y brillantes las van poblando hasta formar una copa frondosa, bonita y equilibrada.

Siente como el calor y la luz del sol te acarician, se introducen en ti y te recorren enteramente. Siente esa energía en tu interior. Eres luz... eres, esa energía.

Nota como el viento acaricia tus ramas y observa como éstas se mueven en su misma dirección.

Ahora, y con esta sensación de crecimiento interior y exterior, siente tu conexión con el cielo y la tierra. Con el cielo gracias a tus hojas y ramas, y con la tierra gracias a tus grandes raíces.

Observa durante unos minutos cómo te sientes permaneciendo erguido y fuerte como un árbol, y al mismo tiempo flexible.

Céntrate ahora en sus muchos anillos, uno por cada ciclo solar y conecta con esa antigua fuente de sabiduría.

Presta atención a todo lo que te ocurre... Siente el espíritu de tu árbol.

Toma conciencia de todo tu ser y de lo que está aconteciendo en él. La paz y la armonía te invaden. Inspira profundamente y siente el aire fresco.

Siente tu esencia y tu presencia... conecta con todo tu ser.

Ahora, nota cómo empiezas a interactuar con tu entorno, cómo te relacionas con el resto de árboles y a observar las diferentes formas de vida que albergas y nutres entre tus ramas tales como pájaros, mariposas y ardillas.

Escucha atentamente los sonidos de la naturaleza, el canto de los pajarillos y el movimiento de las hojas al viento... y déjate embaucar por el entorno.

Mantente así unos instantes, tomando conciencia.

Agradece al árbol todas las sensaciones, conocimientos y reflexiones que te ha transmitido.

Cuando estés listo y tras una profunda respiración, ve dejando atrás cada una de las partes del árbol, desprendiéndote lentamente de tus raíces y de la tierra.

Tus ramas y sus hojas comienzan a retroceder.

Poco a poco, van apareciendo todas tus extremidades. Tus pies y tus piernas, tus manos y tus brazos comienzan a recobrar su sensibilidad. 

Tu tronco va dejando espacio a tu cuerpo.

Ahora, ve moviendo ligeramente cada una de tus partes hasta volver plenamente a ti mismo. Ya puedes ir abriendo los ojos.

Desperézate y toma conciencia del espacio en el que te encuentras y del momento presente y respira profundamente hasta llenar tus pulmones, sintiendo cómo el aire entra en tu cuerpo.

Te sientes bien, muy bien. Has recargado tus energías y tu estado de ánimo es de felicidad plena. Una gran sonrisa se dibuja en tu cara.

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Como anécdota curiosa, en una ocasión en la que practicaba esta meditación en el parque de El Retiro de Madrid junto con un grupo bastante numeroso de personas, una chica se mareó y tuvimos que asistirla durante la meditación, relajándola y tumbándola sobre el suelo hasta que se recuperó. Y en otra ocasión, un chico me declaró que se había sentido completamente integrado con el árbol y la naturaleza, lo que desde luego supone un gran acto de concentración.

Finalmente, me gustaría añadir que a mi modo de verlase trata de una meditación para hacerla con tranquilidad, para disfrutarla y sentirla en lo más profundo de nuestro ser, para conectar con nuestra esencia más profunda y natural.

Espero que os guste y que os animéis a practicarla en cuanto podáis ;-)

Si no disponéis de tanto tiempo, aquí os dejo ésta de tan sólo 1 minuto

Energía, luz y amor.